Entradas

ANÁLISIS DAFO

Imagen

Gestos admirables del día a día

Siempre me ha llamado la atención la drástica diferencia que hay en la percepción social de un aspirante a empleado público (opositor) y el que ya lo es (funcionario). El opositor está rodeado de un halo de valores socialmente envidiados a veces, admirados otras, como son la constancia, la capacidad de centrarse en un objetivo y renunciar a casi todo por conseguirlo, el tesón, el esfuerzo, la disciplina, etc. La lista puede llegar a ser muy larga. Y de un día para otro, esa misma persona, con tan sólo conseguir su objetivo, pasa a una categoría que la sociedad suele juzgar como carente de todos esos valores. El funcionario es indolente, apático, poco responsable, nada involucrado en sus tareas... por no utilizar términos más coloquiales que todos conocemos. ¿Hay algo de verdad en esta transformación? En mi experiencia en la función pública, he podido conocer funcionarios que aún conservan todo aquello que les llevó a optar por preparar y conseguir plaza en una oposición. He tenido